A orillas del sendero que lleva a los lavaderos de oro, entre la soledad de los cerros de la cordillera de Pirulil y el Océano Pacifico, se ubicaba esta humilde casita de madera que fue, fue porque hoy ya no existe, recuerdo y homenaje al difunto que en ese lugar se encontró con la muerte.
sábado, 6 de octubre de 2007
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