
Pedro Barriéntos en su Historia de Chiloé, publicada en la década del cuarenta, describió el carácter de los habitantes de este mundo insular como: "Fatalistas y supersticiosos... Creen en brujos y duendes, en apariciones y entierros. Ciertos fenómenos físicos lo anonadan. El grito de las aves nocturnas, los sueños, la presencia de animales marinos, de una rana o de un jote que con las alas abiertas toma el sol sobre la cumbrera de una casa, los hacen discurrir, ora anunciando la buena suerte, ora la desgracia próxima o remota. Pero esto tiene sus explicaciones. El aislamiento en que han vivido durante siglos; la naturaleza exhuberante que los rodea; el clima, los cambios atmosféricos, bruscos y violentos, que se producen repentinamente, etc."
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