Jeannette Mancilla Álvarez hace 10 años que trabaja en la industria salmonera, incluso en tiempos en que su actual empleador Mainstream era salmones Andes, época cuando también todas las operarias hacían las labores de lavado, recorte, despinado, clasificación, filete y empaque. Experiencia que con el pasar de los años le ha servido para conocer a fondo la complejidad que hay detrás de toda labor dentro de una planta procesadora de salmón.
Hoy abocada a la sección filete, en la planta de proceso de la salmonera Mainstream en Quemchi, comparte su labor con cerca de 70 mujeres en la línea de filete. Diariamente, con ellas por más de 7 horas, realiza un trabajo de pie, repetitivo y extenuante, con escasos 30 minutos de descanso, que según relata “se esfuman entre comer algo y fumar un cigarrillo”.
El cansancio se siente, “al final de la jornada se ve reflejado en el deterioro que sientes en tus pies y manos”, después de tantas horas de luchar una y otra vez con la anaranjada carne del salmón para extraerle las espinas, las que en más de una ocasión han traspasado el guante, calándose en sus manos, ya algo deformadas, por alistar tantos filetes de salmón, listos para vender a algún exigente mercado fuera de Chile.
En turnos de día o noche, asignados cada quince días, planifica su vida, pensando siempre en como le hará para el regreso a su casa, cuando tiene que hacer turno de noche y el regreso lo hace después de las 4:30 de la mañana. Aunque Quemchi es pequeño, y ella vive no tan retirada de la planta, confiesa, que le apremia la oscuridad y el andar sola de noche, pero sus hijas le dan el valor.
Por que esta operaria de salmones es también madre, mujer y fue esposa. Hoy separada, vive abocada al trabajo y a sus tres hijas de 20, 10 y 6 años. Por ellas, se esfuerza y acepta horas extras de trabajo en la planta, para ganar algo más y pagarles la educación, y así ofrecerles un futuro mejor, alejado del sector salmonícola, “quiero darles otro horizonte a mis hijas, no quiero que pasen su vida en la planta, que vivan el encierro, que pasen frío, hambre, dolor de huesos, que se impregnen de olor a pescado”, aclara.
Las palabras de esta mujer chilota de 38 años denotan el esfuerzo de una operaria del salmón que ha sentido en carne propia como se marchita su femineidad, estropeándola físicamente, deformando sus manos, tornando poco agraciado su cuerpo, hinchando sus pies, y quitándole la mayor parte del tiempo para vivir libre y compartir con su familia, “alejada de ese embriagador olor a pescado”, exclama.
Visiblemente cansada, espera con ansias en día en que dirá adiós a la planta de proceso de Mainstream, pero esto sólo ocurrirá cuando su hija mayor termine la carrera de asistente jurídico y pueda contribuir al hogar , “ por lo menos estaré en el salmón por dos años más” agrega alicaída. No quiere dejar más solas a sus hijas para ir a trabajar, son muchas horas de día y noche que pasa despinando y alistando filetes, “siento que he perdido parte de la vida en esta labor, siempre con la preocupación constante de dejar solas a mis hijas, asignándole una labor de mamá a mi hija mayor, que ella toma sin opción”, relata angustiada, porque nunca ha estado de acuerdo con que los hijos se críen y se asistan unos con otros, sin la presencia de la madre.
Pese a que reconoce que en la empresa Mainstream existe diálogo entre empleadores y trabajadores, y que a través de los sindicatos se han obtenido logros importantes que benefician a todos los empleados, el fantasma de realizar un trabajo duro mal remunerado por años, la acompaña sin tregua. Por ello, la sensación de que aún faltan muchas mejoras por lograr para los trabajadores, la siente a diario, “yo quisiera que todos los operarios estuvieran contentos, que fueran acogidas todas sus demandas, sin privilegiar sólo a los dirigentes, puesto que somos todos trabajadores con igualdad de derechos”, exclama.
Su inclinación por las causas justas y su lucha constante por el bienestar de la comunidad, la llevaron a formar parte del sindicado nº 2 planta proceso Maintream, bajo el cargo de secretaria general hace cuatro años, lidera a muchas mujeres y hombres que de día y noche trabajan para dar sustento a sus hogares, asimilando de buena manera las inclemencias de una labor repetitiva e ingrata que a muchos haría huir a la primera semana, con la ilusión de que un día el trabajo en las salmoneras se convertirá en una buena opción laboral para los chilotes.
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