martes, 10 de noviembre de 2009

COLOANE NO ESCRIBIA CUENTOS

Francisco Coloane Cárdenas (Quemchi, Chiloé, 19 de julio de 1910; Santiago de Chile, 5 de agosto de 2002) cuentista y novelista chileno. En 1964 recibe el Premio Nacional de Literatura. Coloane en Castro pintura de Alejandro Barrientos.
“Alrededor de novecientos hombres se reunieron a deliberar en la Meseta de la Turba; eran los que quedaban en pie, de los cinco mil que tomaron parte del levantamiento obrero del territorio de Santa cruz, en la Patagonia…” Escribió Francisco Coloane en “Como Murió el Chilote Otey” un cuento construido con los relatos de los trabajadores de estancias sobre las masacres sucedidas durante la huelga grande del año veintiuno. Este cuento es una versión que fue narrada a Coloane por el único testigo que logró escapar de la matanza del grupo de obreros dirigidos por José Font apodado “Facón Grande”. Un gaucho de boina y bombacha sujetada por una amplia faja negra amarrada a la cintura con un facón cruzado que era dirigente obrero en la zona de Cañadón León, Pico Truncado y San Julián; lo fusilaron en Jaramillo junto a treinta o cuarenta de sus compañeros, en su mayoría chilotes. Coloane conoció esta historia cuando trabajaba en las estancias de Tierra del Fuego y en lo que actualmente es la provincia argentina de Santa Cruz. En esos años registró en sus recuerdos algunos episodios que la historia oficial ignora o muy débilmente deja leer entre líneas.
Pueblo de Curaco de Velez en la Isla de Quinchao, de esta isla era originario José Luis Descoubieres, dirigente obrero de Puerto Santa Cruz, lugarteniente de Outerelo que encabezó la columna de peones rurales de la zona de Paso Ibañez, Lago Viedma y Rio Chico.
Coloane llegó a Magallanes cuando tenía trece años, y se encontró con obreros que habían luchado en aquella huelga, y sus relatos se alojaron en su memoria hasta que escribió sus cuentos recuperando lo que había escuchado, seleccionando acontecimientos, ordenando las historias de vida en una secuencia literaria, y los publicó luego de haber adquirido la capacidad y experiencia para poder elegir un estilo y tono de escritura adecuado.
Durante casi un siglo esta historia de discriminación y muerte permaneció en silencio. Esa historia estaba frente a nuestros ojos, a vuelta de página y a la puerta de nuestra imaginación, escrita y vivida en los cuentos de Coloane. Pero una educación sin identidad ayudó al olvido y la mentira.

Familia chilota de Cucao. A principios de siglo el único modo de conseguir trabajo era viajar a las estancias de la Patagonia.

El Chilote Otey pudo haber sido uno más de los miles de chilotes sin identidad que fueron fusilados, un peón de estancia desaparecido en la Argentina de quien en Chiloé su familia jamás supo que fue de su vida, y como fue su muerte. Pero el cuento de Coloane lo convierte en personaje principal y por siempre conservaremos en nuestra memoria y daremos testimonio a nuevas generaciones de cómo murió el Chilote Otey… Un lobero de Lemuy que se vio en la necesidad de emigrar y conchavarse en las estancias para poder sobrevivir porque en los canales de la Patagonia Insular no quedaban lobos ni nutrias, “los gringos las están acabando. Aunque uno se arriesgue a ir por el lado del Golfo de Penas, ya no sale a cuenta, y la mujer y los hijos tienen que comer… Por eso uno se larga por estos lados”.
En este cuento los lectores se convierten en espectadores, parece estamos viendo una película que transcurre frente a los ojos de nuestra imaginación. Somos testigos de esos acontecimientos, y nos duele y marca como a Otey escuchar el despectivo “chilote tenía que ser”.

Tropa del Décimo de Caballería que reprimió la huelga de las estancias patagónicas del año 21. Al fondo los obreros prisioneros. El Comandante Héctor Varela ordenó el fusilamiento de cientos de obreros chilotes y españoles peones en las estancias de Santa Cruz, República Argentina.

Muchos dicen que fue en las páginas de los libros de lectura de las escuelas públicas donde leyeron la primera obra literaria que conocieron de Francisco Coloane, Premio Nacional de Literatura, era un cuento de fareros en la Patagonia; “La Gallina de los Huevos de Luz”. Tanta luz nos dejaba ciegos, y era peligroso que entendiéramos la verdadera historia de los chilotes en esa Patagonia nublada y friosa, aquella historia ocurrida durante los años veinte del siglo ya pasado cuando llegó “El Diez de Caballería”, y fusiló a los miles de obreros que cabalgaron por la patagonia pidiendo: “velas y yerba mate para los puesteros, colchones en vez de cueros de ovejas en los camarotes, y se les permitiera más de un caballo en la tropilla particular… parece que había otras cosas todavía… En el Coyle, compañeros con varios años de sueldo impago fueron fusilados y esa plata se la embuchó el administrador. A otros le pagaron con cheques sin fondo y se quedaron dando vueltas en las ciudades”. Es Coloane quien da a conocer las peticiones de los obreros, la razón y motivo de la huelga. Al enumerar los insignificantes pedidos que desencadenaron la persecución y la masacre, Coloane eleva su voz contra las injusticias cometidas por los terratenientes estancieros.
La literatura es peligrosa para los señores dueños de la tierra y del dinero, hace ver a los ciegos.

El baño de lanares era una de las faenas de la temporada de esquila en las estancias patagonicas donde la mayor parte de los obreros eran emigrantes llegados desde Chiloé.

Avenida Colon, Punta Arenas 1920. Cuando la mayor parte de sus habitantes eran emigrantes chilotes; y los dirigentes de la Federación Obrera de Magallanes eran obreros chilotes.
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