sábado, 20 de octubre de 2007

INDIOS PIELES ROJAS EN CHILOÉ


Fue en Castro, un sábado de octubre del 2007 cuando a la salida de la Feria Campesina escuchamos una música de otras latitudes y otro tiempo, un viento de condores andinos bajando desde cumbres nevadas. Era un día de primavera, como son las primaveras australes, días de viento y lloviznadas; como es la primavera del sur, mezcla de soles que hacen madurar los brotes de los árboles florecidos, vientos que traen chubascos y atardeceres tranquilos.

En la plazoleta del Mercado en Castro un grupo de indios pieles rojas entregaban a un escaso público su música ancestral. Al fondo se ve cerro Tenten donde los indios huilliches de Chiloé se salvaron en los tiempos del diluvio universal, según el mitológico relato de la lucha entre Tenten y Caicai que dio origen a estos mundos insulares hasta donde llegaron estos indios pieles rojas con sus flautas, tambores y música andina.

Pero aquellos que parecían ser indios pieles rojas escapados de alguna película de vaqueros. Esas viejas películas que quedaron como recuerdos de nuestra infancia; esos indios que nos hicieron creer que eran salvajes, inhumanos que perseguían al atlético jovencito yanqui que cabalgaba a todo galope por extensas pampas de cardos y pedregales para salvar su vida y la vida de su novia, ingenua belleza de rubias trenzas, que lleva al anca de su caballo, galopa que galopa, esquivando cactus, lanzas y flechas de esos salvajes que no tienen alma ni merecen vivir en este mundo. Pero estos Indios Pieles Rojas que a la salida del Mercado Municipal de Castro echaban al viento una música de otras latitudes eran indios ecuatorianos, indios de alguna región andina del Ecuador, parte y vida de nuestra América morena.

Indios ecuatorianos vestidos como indios Sioux, Comanches, Navajos o cualquier otra tribu del cine norteamericano, en Castro Chiloé entregan a un escaso público su música ancestral. Este es un claro ejemplo del efecto globalizador de los medios de comunicación. Nada ni nadie puede negar que la globalización y la influencia de los medios de comunicación transforman las tradiciones, y de ellas hacen una amalgama y confusión de identidades culturales en esta morenidad de nuestra a América perdiéndose de ser.

1 comentario:

Roberto dijo...

Varias veces en el 2007 se presentaron en Valdivia y en diciembre de este año volvieron a Castro. A mí me dan algo de vergüenza ajena por el poco respeto que se tienen. Pero también pienso que a lo mejor fue una decisión difícil, que antes a lo mejor tocaban vestidos de otavaleños o como campesinos quechuas y que nadie los pescaba. Quizás fue un modo de sobrevivir en este país. En todo caso, me gustaría conversar con ellos.