lunes, 10 de enero de 2011

LA POESIA EN SONIA CAICHEO

Desde los años 80 la poesía de doña Sonia Caicheo es conocida en Chiloé; a veces circulaba en las hojas sueltas y los folletos del taller Aumen, sin ser ella integrante activa de ese taller. En esos años la poetisa realizaba un programa poético en Radio Chiloé y participaba en los espacios de lecturas literarias, en bibliotecas, colegios, sedes vecinales y en la Feria del Libro, donde entre los asistentes siempre estaba el abogado Norman Garín que con lluvia o sol veíamos por las calles llevando bajo el brazo dos, tres o más libros de literatura.
Voy a romper la estatua de los formalismos generacionales para personalizar mi visión de la poesía de la Maestra Sonia Caicheo, y así mejor fundamentar porque creo tan merecido y bien otorgado el Premio de Extensión Cultural Chiloé. Mi primer recuerdo de la poesía de Sonia Caicheo se asocia con un invierno del año 1984, en el gimnasio de la Escuela Uno, la Escuela de Hombres, hoy la Luis Uribe Díaz; cuando presentaba su libro Recortando Sombras. Si no me equivoco quien presentó el libro fue don Mario Uribe Velásquez, si me he equivocado no importa porque él estuvo allí, junto al maestro Cesar Vera, y a don Hipólito Villegas, y don Samuel Alarcón, y otros maestros de la escuela uno. El público, un centenar de personas, escuchó atento sentado en modestas sillas de madera, sillas de escuela publica, de los años cuando los profesores hacían cultura y no competían por resultados; desde esos hoy lejanos años conozco la poesía de Sonia Caicheo que actualmente es reconocida como una de las voces poéticas de la generación que inició la nueva poesía y literatura de Chiloé, desde Chiloé. Antes hubo otros con una mirada externa y tradicional de un mundo isleño rural. Esa generación de profesores-poetas que comenzaron a publicar a fines de los 70 y principios de los 80 habitaba y escribía desde un lugar frontera entre lo real y lo mítico, en el limite de lo rural y lo moderno, desde la inestabilidad de lo dictatorial buscando encontrar ventanas para desde la poesía poder develar las sombras.
En la poesía de Sonia Caicheo no hay cuartos oscuros, pero si encontramos los sentimientos de la época de las cartas y las encomiendas, las aventuras de la infancia viajando en desaparecidos barcos y oxidados trenes, en los versos vemos casas de madera, y el gesto amable de ofrecer un mate a la visita siempre esperada. El urdido de su trama poética contiene lo mítico y lo místico de una religiosidad heredada, las costumbres y las creencias aprendidas de nacer, crecer y habitar este archipiélago. El universo poético de la obra mayor de Sonia Caicheo es una escritura pulida con la paciencia del buen artesano. La tonalidad de la poesía de Sonia Caicheo nos revela y nos lleva inexorablemente al pasado, a una religiosidad de palabra buscada en la niebla, cruzando puentes, viajando de isla en isla. La poesía es tan sencilla como un pan en la mesa del almuerzo; como dijo Tellier el mejor poeta postergado del premio Nacional de Literatura. Una poesía sencilla y bella; y también precisa y sorprendente como la demostración de un teorema de matemáticas. Allí nada sobra, ni nada falta.
Pero la obra literaria de esta poetisa chilota también está enfocada a lo didáctico, es la profesora contagiando de aquello que ama a la infancia, abrir de par en par puertas para iniciar en los primeros pasos literarios a los niños. Es la vocación de una maestra normalista que va más allá de lo profesional. Ese es otro merito que lo llevó a obtener el Premio de Extensión Cultural Chiloé que entrega la Municipalidad de Castro. No es que este premio no lo merecieran otros; era el tiempo preciso para premiar a la profesora y poeta que a diario vemos por nuestra ciudad en sus trajines y conversaciones, siempre elegante con su chal de poesía y recuerdos; saludando a sus amistades, conocidos y ex alumnos con su sonrisa amable y un cumplido simple y cordial.


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