


A todos esos lugares, las salitreras, las estancias de Magallanes, Tierra del Fuego, Argentina, al Baker viajaban los chilotes enganchados por los agentes de las empresas. Cuando se quiso instalar el agua potable y alcantarillado en la ciudad de Punta Arenas las autoridades municipales contrataron y financiaron un enganchador de obreros que fue enviado a Chiloé a buscar trabajadores. En los tiempos de viajar a la Patagonia entre septiembre y noviembre de cada año en Castro se embarcaban más de mil quinientos chilotes, casi un diez por ciento de la población total del archipiélago. Muchos de ellos no regresaban y en los años de crisis al finalizar la Gran Guerra Europea se quedaron vagabundeando por las estancias de la Patagonia.
En Chiloé, una isla sin industrias, era tan grande la cesantía que el gobierno de esos años se vio obligado a prometer soluciones, que miradas con la distancia del tiempo contienen muchas semejanzas demagógicas con las soluciones que ofrece el actual gobierno para los trabajadores en la actual crisis del capital financiero. El gobierno de Arturo Alessandri ofreció iniciar los trabajos de construcción de escuelas y caminos en la isla, nunca se realizaron. Las empresas del estado publicaban avisos en los periódicos de Chiloé ofreciendo trabajo en las selvas valdivianas, a los chilotes se le contrataría para hacer durmientes de coigüe pellín para el ferrocarril, se prometía una yunta de bueyes para dejar los durmientes al pie de la montaña. En Quellón el destitalatorio necesitaba hacheros pagaba seis pesos el metro ruma puesto en la montaña, no se decía que pagaban con fichas, con valor solo en el almacén de la empresa. También los periódicos publicaban que se necesitaban obreros para mejorar la senda que unía Puerto Aysén con el límite argentino, había que enviar a Puerto Montt antecedentes escritos. Una burla en esos años de altos índices de analfabetismo.
Durante la huelga en los frigoríficos la Braun y Blanchard contrató obreros en Chiloé y el gobierno mandó a los marineros de uno de sus buques de guerra para junto a los chilotes cargar la mercadería que se encontraba en el muelle de Puerto Natales; a los chilotes que nunca supieron iban a ser rompehuelgas, krumiros, carneros, en el lenguaje sindical de la época, se les hizo firmar en Castro un contrato en libras esterlinas. Contrato que nunca se cumplió.
El chilote sin educación formal, casi analfabeto, ciegamente buscaba trabajo sin saber de derechos laborales ni solidaridad sindical. Eso lo fue marcando, y fue la base de la discriminación. Pero aquellos obreros que ingresaban a los sindicatos, y se educaban en sus escuelas, terminaban siendo dirigentes de una conciencia social inclaudicable. No se debe olvidar que la primera Federación Obrera de Chile fue la Federación Obrera de Magallanes, que en su gran mayoría integraban chilotes, y Recabarren toma como ejemplo en sus discursos y artículos. Durante la gran crisis económica posterior a la gran guerra los estancieros argentinos cansados de las federaciones obreras y de que tanto indio chilote anduviera mendigando trabajo por sus estancias, provocando daños en los cercos y majadas, mandaron buscar al ejercito argentino para les solucionara el problema. Simplemente los fusilaron.
Los buques ya no llevaban trabajadores a la esquila en la Patagonia, y en Chiloé se sobrevivía de miserias los bisabuelos de nuestros hijos recordaban una gran hambruna en esos años. Mi madre de ochenta y tres años recuerda que sus padres contaban que en esa época de escasez comían hasta la raspadura de papa. Espero que con la actual crisis los obreros no lleguen al extremo de satisfacer su hambre con comida para cerdos en este país dividido entre quienes se aprovechan de las desigualdades de un sistema económico que entrega a los trabajadores migajas de una prosperidad y crecimiento cacareado con fanfarrias de oportunismo político en un Chile que por causa de las leyes laborales concertacionistas, que favorecen a los empresarios y desprotege los derechos laborales de los trabajadores, ha vuelto a ser un subdesarrollado país de inquilinos y patrones.


El chilote sin educación formal, casi analfabeto, ciegamente buscaba trabajo sin saber de derechos laborales ni solidaridad sindical. Eso lo fue marcando, y fue la base de la discriminación. Pero aquellos obreros que ingresaban a los sindicatos, y se educaban en sus escuelas, terminaban siendo dirigentes de una conciencia social inclaudicable. No se debe olvidar que la primera Federación Obrera de Chile fue la Federación Obrera de Magallanes, que en su gran mayoría integraban chilotes, y Recabarren toma como ejemplo en sus discursos y artículos. Durante la gran crisis económica posterior a la gran guerra los estancieros argentinos cansados de las federaciones obreras y de que tanto indio chilote anduviera mendigando trabajo por sus estancias, provocando daños en los cercos y majadas, mandaron buscar al ejercito argentino para les solucionara el problema. Simplemente los fusilaron.

1 comentario:
Hola. Siempre supimos que las salmoneras eran pan para ayer. Esta crisis nos cierra una puerta hecha de explotación y contaminación y quizás, quizás nos abre una ventana de retorno-invención de una agricultura más despierta y responsable (¿existirá algo como las manzanas cochipoñes o camuestas fuera de nuestra tierra?) y de microempresas enfocadas a la producción con un sello de origen.
Cuando se producen estos descalabros económicos, siempre provocados por los poderosos y pagados por nosotros, no queda otra que apretar los dientes y buscar alternativas, porque si nos quedamos esperando ayuda adecuada del Gobierno sí que vamos a terminar comiendo raspaza.
Saludos.
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