domingo, 18 de enero de 2009

NERUDA EN CHILOE. AÑO 1925

Neruda y Azocar en el tiempo cuando vivieron en Ancud alojados en el Hotel Nielsen

Rubén Azocar gran amigo de Neruda, en la Revista Aurora, Números 3- 4 de Julio - diciembre de 1964 dedicada a los 60 años de Neura, recordaba que en julio de 1925 fue destinado como profesor de Castellano en el Liceo de Ancud, en Chiloé y le propuso a Pablo Neruda que le acompañara en su viaje.
Neruda había abandonado sus estudios de Pedagogía en Francés, ya había escrito 20 poemas y Crespusculario, y perseveraba en su vocación de Poeta sin tener un trabajo estable. Su padre, disgustado, ya no le enviaba dinero. Y aunque era un buscavidas a su modo, su poesía y sus traducciones para Nascimento no alcanzaban como medio de subsistencia.

Neruda adolescente. A los veintiún años se fue a vivir a Ancud, Chiloé, invitado por su amigo Rubén Azocar.

En pleno invierno del año 25 llega Pablo Neruda a Ancud. Un año inolvidable que perduró en muchos poemas. En un poema publicado en Canto General, Neruda recuerda su estadía en Chiloé:


Hacia las islas dijimos: Eran días de confianza
y estábamos sostenidos por árboles ilustres:
nada nos parecía lejano, todo parecía enredarse
de un momento a otro en la luz que producíamos.

Llegamos con zapatos de cuero grueso: Llovía;
llovía en las islas. Así se mantenía el territorio
como una mano verde, como un guante cuyos dedos
flotaban entre algas marinas.

Llenamos de tabaco el archipiélago, fumábamos
hasta tarde en el hotel Nilsson, y disparábamos
ostras frescas hacia todos los puntos cardinales.

La ciudad tenía una fábrica religiosa
de cuyas puertas grandes, en la tarde inanimada,
salía como un largo coleóptero un desfile negro,
de sotanillas bajo la lluvia.

Yo me evadí de pronto; por muchos años, distante
en otros climas que acaudalaron mis pasiones
recordé los barcos bajo la lluvia, contigo,
que allí te quedabas para que tus grandes cejas
echaran raíces mojadas en las islas.

Página de la Guía Universo. Índice General de Chile del año 1925, donde aparece el aviso del Hotel Nielsen en una de cuyas habitaciones alojaron Neruda y Azocar mientras vivieron en Ancud.

Recordaba Azocar: “Compartíamos una pieza en el Hotel Nielsen de Ancud. Pagábamos 150 pesos por los dos en un tiempo cuando un profesor ingresaba al servicio ganando 1530 pesos. Comíamos y fumábamos de lo mejor e incluso nos dábamos el lujo de ayudar regularmente a nuestros amigos de Santiago, enviándoles paquetes, encomiendas y hasta sacos de ostras que le comprábamos a un tipo muy pintoresco a quien llamábamos “El Morruco”.


Calle de Ancud, Chiloé, en la década de los años veinte cuando Neruda llegó a Chiloé y escribió su relato "El Habitante y su Esperanza". Neruda regresó a Santiago y Ruben Azocar se quedo ejerciendo como profesor de Castellano, y años después escribiría una novela, "Gente en la Isla", mostrando los conflictos sociales del Chiloé de esos años. En sus páginas “El Morruco” fue un personaje literario.

Novela ambientada en el pueblo de Chonchi, Chiloé, a principios del siglo veinte. Libro que en el año 1938 obtuvo el primer premio en el concurso Zig –Zag de novelas. Esta novela alcanzo tres ediciones en Chile, y fue también publicada en Uruguay y Argentina.
Chonchi, pueblo de Chiloé que es el espacio literario de la novela "Gente en la Isla".

En las noches del verano chilote estos dos poetas acostumbrados a la bohemia santiaguina; alborotaban la provinciana tranquilidad de la ciudad adormecida recitando en la plaza de armas, gritos sus poemas.
Los curas y estudiantes del seminario conciliar, escuchaban el muy poco devoto duelo entre don Gabriel de la Luna, Neruda, y el Bachiller don Gabriel de la Flor, Azocar.
“El capitán don Gabriel de la Luna y el bachiller don Gabriel de la Flor, juntos batiéronse en noche de luna por el fulgor de unos ojos en flor”.
Finalizaban su duelo poético cantando abrazados la canción: “Tengo el as tengo el dos, tengo el tres…”
Una de las noches de bohemia, en el “Hércules” de calle Bandera, en Santiago. Neruda ( de pie, cuarto, de derecha a izquierda). En el centro Rubén azocar. También aparecen Alberto Rojas Jiménez, Tomás Lago, Julio Barrenechea, Orlando Oyarzún y otros amigos de aquellos tiempos.

En 1947 Neruda afirmaba "los largos inviernos del Sur se metieron hasta las médulas de mi alma y me han acompañado por la tierra. Para escribir me hacía falta el vuelo de la lluvia sobre los techos, las alas huracanadas que vienen de la costa y golpean los pueblos y montañas, y ese renacer de cada mañana, cuando el hombre y sus animales, su casa y sus sueños han estado entregados durante la noche a una potencia extraña, silbadora y terrible". Este paisaje de viento y lluvia donde las cosas y los hombres se desvanecen entre neblinas. Esta atmósfera gris, nublad, húmeda, aérea, es la de la única novela escrita por Neruda, El Habitante y su Esperanza.

Casa comercial de Ancud en los años en que Neruda vivió en Chiloé, ubicada muy cerca del hotel donde se alojó Neruda mientras permaneció en Chiloé.

En una pieza del Hotel Nielsen, Pablo Neruda, a comienzos de 1926 terminó de escribir, su única novela. Un relato que hoy nadie recuerda. El Habitante y su Esperanza; desde Ancud envió los originales a la editorial Nascimento.
Un año permaneció Neruda en Chiloé. Navegó en las lanchas veleras, disfrutó los paisajes, viajó por un tren, pequeño y lento, que por rieles oxidados por la lluvia atravesaba una espesa selva para llegar hasta Castro, un puerto ubicado en el centro de la isla.

Un pequeño tren unía las dos principales ciudades de la isla de Chiloé, Castro y Ancud. En el viajeron Neruda y Azocar. Neruda recuerda este tren como un débil artefacto:
“…y es por eso que nunca este ferrocarril sería la potencia.
No era éste, aquél coloso negro, brillante, que corajudo pasaría dragoneando hasta la locura, los puentes o la eternidad.
No cometió embestidas fatales, no derribó niños ni nocturnos suicidas.
Era éste un tren lluvioso, lento, un delgado hongo húmedo que reptaba por la montaña. La babosa gigante que camuflada de coihüe, se detenía a oler los arrayanes del riel.
Débil cierrecillo apercancado, oxidado y en donde los líquenes brotaban a cada parada. Y aunque las sanguijuelas de La Piruquina trataron de succionar algo de aquella tristeza que emanaba de sus fierros, fue en vano, lo digo porque su vapor era como la sangre del carrilano huilliche, de los ámbitos del cielo…” Pablo Neruda, fragmento de Carta a Rubén Azocar.

Esta carta es una clara demostración de cómo Neruda internalizaba el entorno cotidiano en su diaria búsqueda de experiencias para construir su trabajo poético, siempre conversaba con la gente humilde, pescadores y campesinos. En esa conversaciones pudo conocer el mito de La Piruquina. Un mito ancestral chilote que por analogía vendría a ser una imagen tergiversada, en el espejo de los mitos, del Ave Fénix, pájaro inmortal y periódico, que muere y renace. Un heredero de si mismo y testigo de las edades como esta culebra que surge desde las profundidades de la tierra donde demora casi treinta años en desarrollarse. Un día en un lugar alejado de los sitios poblados se produce un temblor, anuncio de cataclismos mayores, la tierra húmeda y los troncos caidos, lentamente, comienzan a levantarse y desde las profundidades del planeta surge esta culebra gigantesca; cuyos ojos tienen tal fuerza mágica que si mira a un ser humano o a un animal, con solo verlos provoca su muerte.
Cuando el enorme cuerpo de esta culebra de rojas y brillantes escamas termina de aparecer, comienza a opacarse, a oscurecerse, adquiriendo el color de la tierra seca y empieza a desintegrarse en una multitud de gusanos que fertilizan el terreno y uno de ellos alguna vez, en un día impredecible empezara a transformarse en Piruquina. En un proceso que no tendra fin y no tuvo principio. Esta carta es rastro que nuestro Premio Nobel conoció algo del Pensamiento Mágico chilote.
Estación de Ancud

Desde Chiloé Neruda envió varias cartas a su gran amor de esos años, Albertina Azocar a quién conoció en el Pedagógico donde Albertina también era estudiante de Francés.. Era Albertina Azocar, hermana de Rubén, años después esposa del escritor y Premio Nacional de Literatura Ángel Cruchaga Santamaría, también gran amigo de Neruda. En su relación juvenil, los estudiantes deambulan por las cafeterías entre la Estación Central y la Avenida Brasil. A veces, al terminar las clases el la acompañaba a la pensión donde vivía con su hermano Rubén, en la calle República. Ella inspiró gran parte de los "20 Poemas de Amor…", siendo el Poema 15 uno de los más conocidos.
Albertina Azocar el amor imposible de Neruda.

Cuando ella debió viajar a Concepción el poeta la persiguió con porfiada insistencia epistolar. En sus cartas, que fueron numerosas, la llama con diversos nombres: Arabella, mi mocosa, y con mayor frecuencia Netocha. Ella es mujer silenciosa y rara vez contesta. Mantienen un romance secreto por más de diez años. Más tarde Albertina viajó a Bruselas, donde obtuvo una beca y el poeta vuelve a reiniciar su bombardeo epistolar. Neruda, está entonces en Ceilán y le pide matrimonio insistentemente en sus cartas, pero ella no acepta. Albertina fue, sin duda, uno de sus más grandes amores de juventud. Queda acreditado en las numerosas cartas que se mantienen vigentes hasta 1932, año en que regresa a Chile casado con María Antonieta Haagenar.

Albertina Azocar fue la musa que inspiró los "Veinte Poemas..."

A mediados de 1926, o algo después Pablo Neruda tomó la decisión de regresar a Santiago, “Conviene que vuelva a Santiago con pantalones Oxford”, le dijo a Azocar quien recordaba que Neruda fue siempre muy cuidadoso de su vestimenta y de su presentación exterior. “Se preocupa de andar siempre bien afeitado y con los cabellos debidamente recortados. Conoce bien el arte de vestir al día, con sobriedad y discreta elegancia. En este aspecto fue siempre una lección para todo sus amigos, en particular para mí, que he procurado, con éxito discutible a lo mejor, seguir sus aguas. (Muchos años después, Neruda me obligó, en las puertas de La Moneda, a postergar una entrevista con el Presidente Juan Antonio Ríos porque mi camisa “sport” de color, aunque fina, no le pareció adecuada para la ocasión).
En aquel tiempo los pantalones Oxford, amplios en la parte inferior, eran la última novedad en vestimenta masculina, en Santiago. Pero en Chiloé nadie los conocía, y el propio Pablo tuvo que diseñarle el modelo a un sastre”.

Calle de Ancud, cercana a la Plaza de Armas y a la calle dieciocho donde se ubicaba el Hotel Nielsen.

Recordaba Rubén Azocar que : “En la víspera de su viaje de regreso al continente hubo una cena de despedida en el Hotel Nielsen a la que asistieron más de 150 personas, incluyendo personalidades y autoridades de la ciudad. En ese año Ancud era una pequeña ciudad de 4295 habitantes. Aquel mismo día nos ocurrió algo muy singular: un peluquero de apellido Ojeda, agente de la Lotería de Ancud, durante la tarde de ese sábado había insistido reiteradamente en que yo le comprara el último boleto que le quedaba sin vender. Aconsejado por los gestos de Pablo, me negué a comprárselo con igual persistencia. Estábamos en la comida de despedida a Pablo cuando llegó a ofrecérmelo por última vez. Cuando me disponía a pagarlo mi amigo me atajó y me convenció de que no votara así mi dinero. Dos asistentes a la comida lo compraron a medias.
Vapor Colo colo fondeado en Angelmo, este pequeño barco era igual que el Vapor Caupolicán y hacian el cabotaje de carga y pasajeros entre Puerto Montt y Castro con escala en Ancud y en los pequeños pueblos de la costa oriental de Chiloé.
Al día siguiente, a las ocho de la mañana, tomó Pablo el barquito “Caupolicán”, que lo llevó al continente. Antes del mediodía, desde Puerto Montt, me llegó un telegrama suyo en el que me anunciaba, naturalmente, que el famoso boleto de Ojeda tenía el premio máximo, una fortuna de aquel entonces. La información venía precedida del más violento autodenuesto que el telegrama pudo tolerar”.

Angelmo en el año 1925. Fotografía del archivo del Historiador Puertomontino: Alejandro Torres.

Era el “Caupolican”, un pequeño vapor que realizaba el cabotaje de carga y pasajeros entre Ancud y Puerto Montt, deteniéndose en Calbuco y en los pequeños pueblos del archipiélago de Calbuco, y en los fondeaderos donde apareciera un isleño en bote a embarcarse para viajar a la ciudad
Pablo Neruda y Rubén Azocar.

La amistad entre Neruda y Azocar duró toda la vida de ambos escritores, cuando falleció Azocar, Neruda escribió en Barcarola el Capitulo: "Corona de archipiélago para Rubén Azocar" cuando en 1965, en París, supo de la muerte de su amigo.

Aunque algunos cronistas de Neruda dicen que vivió tres meses en Chiloé, lo cierto es que Neruda permaneció durante un año en la isla. En Junio de 1926 viajo de regresó a Santiago, y después es designado cónsul de Chile en Rangún. “Cuando regresó del archipiélago con terno nuevo y mejor ánimo. Durante meses visitó a un funcionario de la Cancillería que le había prometido un nombramiento en el exterior. Por fin fue nombrado cónsul en Rangún. En junio de 1927 Neruda y Alvaro Hinojosa viajaron en el tren trasandino que los llevó a Buenos Aires, donde embarcaron en el Baden. Era Álvaro Hinojosa, una especie de mago que había llegado de Nueva York con dólares. Cuando no había nada, cuando todo se oscurecía, Álvaro sacaba sus dólares y la vida tomaba un alegre brillo en las botellas y los platos”. Recordaba Diego Muñoz.
Neruda en Isla Negra

Francisco Coloane, el Premio Nacional de Literatura nacido en Chiloé, tenía una edición del Habitante y su Esperanza; decía: En su raído lomo de cuero han desaparecido tres o cuatro letras de “El Habitante y su Esperanza”; pero arriba, sobre un filete, permanece NERUDA con sus letras doradas a fuego. Esas seis letras son para mí como las cabillas de la rueda de un timón. Lo primero que encuentro al abrir ese libro que me ha acompañado durante años, escrito en gruesas letras rojas es: “He acompañado a Pancho por todas las travesías y travesuras de cuarenta años y aquí estoy otra vez junto a su barba. 1969. Pablo” fue un día que estuvo en mí casa y le pedí esa dedicatoria. Se sorprendió de encontrar esta primera edición. Me gusta la dedicatoria porque me parece que me hablara el libro más que su autor.
Neruda en Angelmo.

El cine no fue ajeno a Pablo Neruda quien junto a Patricio Manns escribió el guión para hacer una pelicula basada en la única novela del poeta -"El habitante y su esperanza"- que el vate quería bautizar como "Los amantes de Cantalao". Una historia contaba (equivocadamente Manns), que Neruda concibió cuando estuvo en Chiloé en la casa de Rubén Azócar. La vida de Neruda en Chiloé comenzaba a ser un mito; nada más natural y propio de vivir en estos archipiélagos donde el universo de lo mitico es parte de lo cotidiano. Tan común como la lluvia.
Tomas Lagos y Neruda en el año de su regreso desde Chiloé, juntos escribieron “Anillos”. En esos años Neruda conoció a Alberto Rojas Jiménez, un anarquista, bohemio y jovial poeta que cubrió las paredes de barro blanquead de la habitación de Neruda en calle Maruri con dibujos, versos y sentencias de cómica intelectualidad que buscaban sacar a Pablo Neruda de la neblina melancólica que lo mercaba en sus años de juventud.

Volodia Teiltelboin, Salvador Allende y Pablo Neruda que les muestra una mano de madera con la que solía hacer bromas a sus visitas. El poeta jamás memorizó sus propios poemas. Pero gustaba recitar poemas ajenos, en especial los que tenían un carácter jocoso como el titulado Osnofla, que en su juventud acompañado de Rubén Azocar recitaban a gritos en la Plaza de Ancud. Poema que años después en Isla Negra recitaba a sus amigos y causaba mucha risa entre los que lo escuchaban recitar con su parsimoniosa voz solemne y grave:

Fue una tarde triste y pálida
de su trabajo a la sálida,
pues esa mujer neurótica
trabajaba en una bótica,
la encontré por vez primera
y una pasión efimera
me dejó, alelado, estúpido,
con sus flechas el dios Cúpido,
con su puntería sabia,
mi corazón herido habia.

Me acerqué y le dije histérico:
señorita, soy Federico.
Y me respondió la chica:
Yo me llamo Veronica
y en el parque, a oscuras, solos,
nos amamos cual tortolos.
Pasó veloz el tiempo árido
y a los tres meses el márido
era yo de aquella a quien
creía pura y virgén.

Llevaba un mes de casado,
lo recuerdo, fue un sabado
la pillé besando a un chico
feo, flaco y raquitico.
De un combo lo mate casi
y a ella yo le hablé asi.
Te creía buena y cándida
y has resultado una bándida.

Hoy mi honor tan sólo indica
mujer perjura y cinica,
después de tu devaneo
que te perfore el craneo.
Y maté a aquella mujer
de un tiro de revolver.
BIBLIOGRAFIA:

Revista AURORA, Números 3-4, Julio – Diciembre de 1964. Los 60 años de Neruda.
Residencia en la Tierra. 1925 – 1931. Pablo Neruda. Ediciones Ercilla. Santiago, 1939.
Gente en la Isla. Ruben Azocar. Zig – Zag, Santiago, 1967.
Ancud Imágenes Temporales. 1900 – 1965. Rodrigo Muñoz Carreño. Ancud. 2007.
Neruda, Voz y Universo. Mario Ferrero. Ediciones Logo, Santiago, 1988.
El año que Neruda vivió en Chiloé. Luis Mancilla Pérez. Revista Cultura de y desde Chiloé. Castro, 1990.
La Magia en el Pais de los Chilotes. Luis Mancilla Pérez. Autoedición, Ancud, 1996.
El Tren de Chiloé. Gustavo Boldrini, Cefoma, Ancud, 1986.
Revista La Bicicleta. Redescubrimiento de Neruda. Santiago, julio 1983.



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