lunes, 2 de febrero de 2009

EL TENIENTE BELLO

En Ancud, Chiloé, de fines del siglo XIX vivió su infancia Alejandro Bello Silva, nieto de Andrés Bello, el destacado educador fundador de la Universidad de Chile. Era Alejandro hijo de José María Bello y Ana Rosa Silva, vive su infancia en Ancud debido al relegamiento de su padre por la Guerra Civil de 1891. Es el tercero entre cuatro hermanos. Ingresó como cadete a la Escuela Militar el 27 de mayo de 1909 con 22 años, obteniendo el grado de Teniente 2° de Ejército. Efectuó estudios de aviación en Francia, en la Escuela de Aviación "L´Espace".
Mientras en Estados Unidos los Hermanos Whrigt iniciaban los primeros vuelos aéreos Alejandro Bello en Chiloé escuchaba las historias de brujos que le contaban sus compañeros de colegio. Los brujos chilotes pueden volar usando un macuñg, chaleco de propiedades mágicas. Esos relatos fantásticos incentivaron sus ansias de volar.

En los textos escolares encontró la leyenda griega, Ícaro y su padre Dédalo que con plumas construyeron alas, y las pegaron con cera, para escapar de una prisión. Ícaro voló muy cerca del sol, se derritió la cera y cayó al mar, muriendo ahogado. A Alejandro Bello el destino le tenía predestinada una muerte impredecible. Esa leyenda y los "sucedidos" o casos de brujos para Alejandro Bello representan los deseos del hombre por volar.


El primer estudio científico del vuelo lo realizó Abás Ibn Firnas, en Córdoba, en el siglo IX. Entre los científicos que iniciaron el estudio de la aeronáutica destaca Leonardo Da Vinci. Da Vinci estudió el vuelo de los pájaros para desarrollar esquemas para construir una de las primeras máquinas voladoras, a finales del siglo XV d. C. Sus esquemas, sin embargo, como el del ornitóptero, fallaron al momento de ser puestos en práctica. Las máquinas de aleteo que había diseñado eran muy pequeñas para elevarse lo suficiente, en algunos casos, o muy pesadas para ser operadas por humanos.

Los biplanos fueron los aviones más populares en las primeras épocas de la aviación, cuando las secciones alares usadas eran muy estrechas y consecuentemente la estructura alar debía ser reforzada por cables externos. La configuración del biplano permitía a ambos grupos alares reforzarse mutuamente, incrementando la resistencia estructural. Una de sus ventajas era el diseño compacto que permitían a las alas tener menor envergadura, lo que les proporcionaba mayor maniobrabilidad. La gran desventaja de la configuración de un biplano era que los dos grupos alares interferían entre si aerodinámicamente, reduciendo la sustentación que proporcionaba cada grupo alar. Esto significaba que para una superficie alar dada los biplanos proporcionaban más resistencia alar y menos sustentación que un monoplano.

En la mañana del 9 de marzo de 1914 el Teniente Alejandro Bello Silva fue comisionado por el capitán Manuel Ávalos, junto a los pilotos Julio Torres y Tucapel Ponce Orellana, para efectuar un vuelo desde Lo Espejo hasta Cartagena pasando por Culitrín, lugar ubicado entre Paine y San Francisco de Mostazal, y retornando a Lo Espejo.
Los aviones despegaron a las 5.30 de la madrugada Bello pilotaba un aparato Bleriot. Sin embargo la neblina lo obligó a retornar a Lo Espejo, donde ya habían vuelto, por similares razones, Ponce y Torres. Al aterrizar, Bello averió su máquina y la reemplazó por un Sánchez Besa Nº 13 – un aparato con escasas partes metálicas - bautizado con el nombre de “Manuel Rodríguez”. Las razones dadas a Avalos por su retorno fueron: "A una altura de más de 800 metros me dirigía a Culitrín, donde llegué cerca de las seis, pero no pude aterrizar debido a que una espesa neblina me impedía ver las banderas con las cuales se me indicaría el sitio donde hacerlo. Durante más de una hora y cuarto volé por sobre Culitrín, pero, como la atmósfera no se despejaba, resolví volver".

El trío remontó los aires nuevamente a las 9.30 horas. Llegaron sin novedad a Culitrin, donde almorzaron. A las 16.00 horas despegaron. Durante el vuelo los aspirantes se mantuvieron a la vista pero al sobrevolar los cerros de la costa, se encontraron con una densa neblina, por lo que decidieron tomar altura. Al llegar a Cartagena, según Ponce, Bello comenzó a descender por un pequeño claro, entre las nubes, y él resolvió seguirlo hasta donde fuera posible.Pero al poco tiempo lo perdió de vista y al considerar peligroso el recorrido, decidió tomar altura nuevamente, logrando salir sobre las nubes. Luego logró divisar a Bello que volaba delante de él, sobre las nubes, en el mismo rumbo suyo. Sin dar mayor importancia a la situación, Ponce continuó volando a la vista de Bello, cuyo aparato alcanzaba a divisar proyectado contra la Cordillera de Los Andes.

La Fotografía muestra uno de los aviones construidos por José Luis Sánchez Besa. Quien fuera Piloto Civil, diseñador y constructor de aviones antes y durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Algunas de sus aeronaves fueron utilizados por la Aeronáutica Militar chilena en su primera época. Obtuvo premios en competencias aeronáuticas con aviones de su creación. Este es el avión Sánchez Besa que pilotaba el Teniente Tucapel Ponce Orellana el día que se perdió el Teniente Bello.

Avión Sánchez Besa modelo semejante al que pilotaba el Teniente Bello en su último vuelo.

Eran cerca de las siete de la tarde y Ponce se dio cuenta que le quedaba poco combustible, por lo que decidió aterrizar pensando que se encontraba en las proximidades de Lo Espejo. Sin embargo, grande fue su sorpresa, cuando las personas que acudieron al sitio del aterrizaje le manifestaron que se encontraba en Buin. Enterado de los acontecimientos, el Capitán Avalos solicitó informes a Cartagena sobre el destino de Bello, pero en el lugar nada sabían del piloto. Inmediatamente se ordenó a la policía de Melipilla, San Antonio y Cartagena buscar al aviador, la que recorrió a caballo toda la región. A su vez se solicitó la cooperación de la Armada, quien dispuso el buque "Gálvez" para rastrear el mar desde San Antonio.

A su vez, la aviación militar exploró durante diez días a pesar de las dificultades provocadas por la neblina y las escarpadas montañas, arriesgando muchas veces la vida de los pilotos destinados a esta misión. La búsqueda del Teniente Bello duró diez días, en los cuales no se encontró ningún indicio de su desaparición. La comisión investigadora de la Escuela de Aeronáutica comunicó: "Se cree que el Teniente Bello ha caído al mar". Por lo tanto, el 24 de marzo el Gobierno de Ramón Barros Lucos y la Escuela de Aviación Militar dieron por terminada la investigación.

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