jueves, 25 de octubre de 2007

EL BORDEMAR


El habitante de Chiloé siempre vivió entre el campo y el mar. En el borde marino se instalaron los pueblos, sus palafitos, la capilla, los mercados. Entre mar y monte, enmarañada selva, crecían los pueblos con su escuela, caserones, bodegas de guardar papas, los bares de la despedida y los encuentros, y su camino que llegaba un poco selva adentro. A orillas del mar los botes, sin ceremonias, secaban sus cuerpos.

Hoy los niños de esos pueblos de teléfonos celulares, televisión y tarjeta de crédito, autos, camiones y salmoneras ocultan su “morenidad”, y callan sus deseos de lo que han de ser cuando adultos. Después, más en confianza, hablando bajito confiesan sus sueños: bailar en la tele, tener un auto, ir a Maiami, tener un teléfono que saque fotos, ser el hombre araña, irme lejos. A nadie le interesa quedarse en estos pueblos solitarios siendo empleados de las salmoneras, emborrachándose los fines de semana. Se llaman Yesennia Huenuman, Cristofer Maimae, Maicol Huichacoy, Jennifer Guala, porque así se llama el cantante que admiran sus padres, el actor o la actriz de la teleserie que siempre recuerdan olvidando a sus abuelos bautizados hace ya mucho tiempo con esos nombres añejos: Liborio, Rudecindo, Zacarías, Natanael, Ernesto, Adolfo, Oscar, Abel; nombres encontrados en el baúl de los calendarios y almanaques de buscar la forma de la Luna para iniciar la siembra o el día de ir al mar a buscar pescados y mariscos.

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